domingo, 1 de noviembre de 2009

EL MURO DE BERLÍN. HOMENAJE

De todos los meses del año es noviembre quien me infunde mas esperanzas. Ya sé que esa palabrita se ha quedado un poco anticuada en esta era moderna tan pragmática y utilitaria, pero al igual que siempre permanecen los sueños; la esperanza anda, como la loca de la casa, siempre suelta e inoportuna.

Las razones son varias, desde las esctrictamente personales como cumpleaños propios y cercanos, hasta coincidencias que me empeño con tozudez en considerar augurios de la buena suerte que tanto escasea. Al punto que a menudo dudamos de su misma existencia.

Entre las que puedo mencionar públicamente ocupa un lugar especial el Muro de la Infamia. Cuando era joven me explicaban mis infalibles comandantes y maestros que el Muro levantado, con nocturnidad y alevosía-eso no me lo decían-,para dividir increíble y artificialmente una ciudad como Berlín había sido una respuesta unánime exigida por el laborioso y abnegado pueblo alemán democrático-los alemanes "buenos"-para proteger sus conquistas tan humanas y valiosas de los que se las querían arrebatar,de los que los querían envenenar y secuestrar en su propio hogar y, prestamente, por si no hubiera quedado claro, se apresuraban a identifiacr a los malhechores: los americanos, la CIA y los alemanes federales-los alemanes "malos".

Con los mismos o parecidos argumentos explicaban algunas cosas tan raras para todos nosotros como enterarnos, por estaciones de la CIA, evidentemente, de que los tanques del glorioso y heroico Ejército Rojo andaban por las calles de Praga ametrallando alegremente a jóvenes de pelos largos amantes de cosas tan peligrosas y burguesas como el rock, la libertad y la democracia. También servían para explicar las redadas nocturnas e indiscriminadas en los parques habaneros de homosexuales, artistas, amantes de los Beatles y otros ejemplares nada edificantes por su manera tan poco revolucionaria de vivir. Paradigmas de la negación del Hombre Nuevo, sus delitos eran evidentes en la incomprensible manía de decidir libremente lo que querían hacer con su culo, o con la música que escuchar o, ya puestos, con lo que querían pensar. Una noche, desconfiando de sus adláteres informativos, el propio  Dios en Jefe se dignó a bajar de su cielo particular y explicarnos la necesidad del Muro, de la invasión a Checoslovaquia y de tantos Sacros Misterios.Con cara de circunstancias nos explicó los motivos de la cólera divina, de la destrucción de Sodoma y Gomorra, y aunque olvidó-son inescrutables los caminos del Señor-hacernos comprender la necesidad histórica, objetiva y dialécticamente irremediable de los campos de concentración criollos,llamados eufemísticamente Unidades Militares de Apoyo a la Producción,UMAP, ahí nos dejaba la versión bíblica ante cualquier duda.

El argumento ontológico quedaba así enunciado y sacralizado y serviría lo mismo para un roto que para un descosido, desde la nueva hazaña del glorioso Ejército Rojo de asesinar a pastores y campesinos en Afganistán hasta la criminal e irresponsable hazaña cubana de enviar a la muerte a miles de jóvenes compatriotas en sabanas y praderas africanas.

Con todo y eso,surgían preguntas inquietantes. Las siempre malditas estaciones de la CIA nos informaban que junto al Muro de Berlín eran asesinados sin misericordia alemanes ¡democráticos!, de los "buenos" por balas disparadas por alemanes democrático de los "buenos",que miles de familias, hijos, padres,esposas se habían quedado separados de por vida al levantarse en una noche el muro y expiaban así el castigo tremendo de haber ido a visitar a un pariente enfermo al barrio maldito o haber vivido una hora de amores ilegales en el sitio equivocado y en el momento inadecuado, en esa precisa noche. Otras noticias inquietaban el reposo del guerrero. Miles de artistas y jóvenes cubanos dormían y vivían en las frías sabanas camagueyanas,el futuro obispo Jaime Ortega cumplía trabajos forzados en una UMAP por el imperdonable delito de creer en Dios y en el mejoramiento de la condición humana, los checos y los afganos gritaban que no querían tal ayuda y poco despues de que el Glorioso Ejército Rojo se retirara, derrotado y humillado, de los desiertos pashtunes, las Fuerzas Armadas Revolucionarias-el brazo armado del pueblo-regresaba a casa con el rabo entre las patas para asistir estupefactas al insólito espectáculo de la reconciliación angolana, con firma de tratados y la promesa de que ahora si construirían una patria libre de la injerencia cubana. El único cubano presente en la ceremonia, por cierto, no fue ninguno de los generales que habían combatido en las campañas africanas contra Escipión, sino el jefe de la gusanera en Miami, Jorge Mas Canosa, ataviado para la ocasión como no podía ser de otra manera con una corbata que llevaba los colores patrios cubanos. Los oficiales cubanos que quedaban disponibles, despues de fusilar a unos cuantos de ellos por delitos nunca probados, sólo podían recoger los cadáveres de algunos de los miles de compatriotas muertos para satisfacer egolatrías personales.

El 9 de noviembre de 1989 el mundo-menos nosotros, que desayunamos ese día con la impresionante noticia de que se había establecido un nuevo récord en la producción de papas en Alquízar o que Ubre Blanca se despertaba de buen humor y nos regalaba 120 litros de leche al día por las buenas vibraciones recibidas del Veterinatio en Jefe- se despertaba con la noticia de que habían tumbado el Muro. Miles de jóvenes alemanes "buenos" decidían mandar al carajo a la cacareada RDA y su proyecto modelo de socialismo, comunismo, o nacional-socialismo, que la diferencia es bien poca.

La historia posterior es bien conocida. Cayeron los muros de la infamia antigua, aparecieron nuevos muros y nuevos retos, terminó la Guerra Fría y a falta de ésta inventamos otras un poquito mas calientes,pero donde nunca terminó de caer el muro fue en el malecón habanero. Ojalá que este homenaje y recordatorio ayude a reblandecerlo algo mas.