miércoles, 28 de octubre de 2009

DE BLOQUEOS REALES Y MENTALES.

Uno de los temas que mas nos separan en el plano de la ideología es el llamado bloqueo o embargo de los Estados Unidos sobre o contra Cuba. De la misma manera que el propio apelativo que le demos al máximo líder denota de antemano los puntos de partida del pensamiento expresado, Fidel para sus seguidores o Castro para sus detractores, la denominación del contencioso absurdo, además de inútil a todas luces, que sostiene enfrentados por casi 50 años a los gobiernos norteamericano y cubano se presta a la polémica. Para los que dicen Fidel se llama bloqueo, para los que siempre lo llamaron Castro se trata simplemente de embargo.

Mas allá de disquisiciones semánticas el fenómeno continúa estando presente en todas las palestras políticas.Permítanme por lo tanto, volver sobre el tema. Las razones de su implantación se remontan, es sabido a los primeros tiempos de la Revolución y amén de lo correcto o no de su proclamación como piedra angular de la política norteamericana hacia Cuba es hora de preguntarnos por su utilidad para ambas partes.En los primeros treinta años de Revolución, la etapa de la Revolución subvencionada, el embargo norteamericano no resultó en lo mas mínimo capaz de hacer algún daño en la vida económica de la isla. Los faraónicos planes de desarrollo que se sucedían vertiginosamente unos a otros, desde proscribir al sencillo barbero del barrio declarándolo explotador del hombre por el hombre por el terrible delito de cortarnos el pelo ¡cobrando! por esa labor, pasando por ideas descabelladas como sembrar La Habana entera de café en terrenos donde además de hortalizas, frutas y vegetales que alimentaban a la capital nunca se había dado ni una paupérrima matica del aromático grano, o la barbaridad inconcebible de querer hacer la Zafra mas grande de la historia del mundo, o elevar poco menos que a heroína nacional a una vaca loca que no paraba de dar leche,eternizada post mortem en un monumento de noble bronce, hasta los delirios imperiales de un Napoleón caribeño con sus intervenciones que nadie había pedido,por cierto, en toda  América Latina y gran parte de África con el costo humano y económico que esto representaba; mostraban de manera clara e inequívoca la ineficacia lastimosa del bloqueo.

No es necesario mencionar que en todo ese período cuando los rublos-oro corrían en inagotable torrente hacia la isla, por nuestras carreteras circulaban, además de los autos del tiempo anterior, flamantes Ford Falcon y relucientes Peugeots argentinos, Fiats de ese mismo pais, guaguas Leyland japonesas, Pegasos traídos con dulzura de la Madre Patria,los temibles Alfa Romeos del servicio represivo, sin mencionar los obvios Ladas, Zhigulís y Polaquitos, vehículos fabricados por los héroes del trabajo socialista de la URSS y el resto del campo socialista. Nos podíamos dar hasta el lujo de enviar a algún avispado y brillante funcionario a la vieja y decadente Europa para comprar barredoras de nieve para nuestras barrocas y ardientes calles. (Nunca se supo si tan audaz iniciativa se debió a algún error producto de la ignorancia o una perspicaz medida ordenada por el Adivinador en Jefe previendo con su clarividencia habitual lo que mucho después llamarían "cambio climático."¿Por qué no?)

Para evitar la acusación de frivolidad les recuerdo que nos pasábamos la vida inaugurando obras económicas monumentales, fábricas por todo el pais, escuelas de última generación bautizadas con los nombres de grandes pensadores tan genuinamente cubanos como Lenin,Marx o Engels,Rosa Luxemburgo, Clara Zetkin o Yuri Gagarin, vaya, tan cercanos a la identidad e independencia nacional como el Padre Varela o Martí. Y siempre, por supuesto, eran la (escuela, fábrica o instituto de investigación o lo que viniera) MAS GRANDE Y MAS AVANZADA de América Latina, por no pecar de inmodestos o no ofender comparativamente a nuestros hermanos bolos.Mientras el entrañable abuelito Franco, por entonces Dictador de España y unido por lazos inconfesables con su émulo tropical, inauguraba sin cesar pantanos por toda la península ibérica, el Centinela de nuestras libertades derrochaba alegre e irresponsablemente el inagotable caudal de recursos eslavos. A tales extremos llegamos que en la que se decía era la Constitución Nueva para la Patria Nueva de 1975 jurábamos fidelidad eterna al campo socialista y, en especial, a la gloriosa Unión Soviética. Nunca, en la historia moderna, un pueblo en su Carta Magna había jurado fidelidad a un estado extranjero. Los presuntos antiimperialistas rompían los records de abyección y desvergüenza, superando olímpicamente el listón de ignominia de la Enmienda Platt. Y aunque a raíz del desmerengamiento del Muro de Berlín se cambió a toda prisa la "Constitución" eliminando la afrenta escrita, el escarnio moral quedará indeleble hasta el fin de los tiempos.

Pero, ¿y el bloqueo asfixiante, inhumano y abusador del Goliat norteño que no dejaba al pobrecito David ni siquiera respirar? Bien, gracias. ¡Ah, no, esperen! Ya sé, ese maldito bloqueo es el culpable de todo lo que va (y vaya) mal, de la incapacidad para cumplir nuestras promesas de comida y de libertad, de la burocracia y el inmovilismo, de la mediocridad y la intolerancia, de la represión y encarcelamiento de los hombres y mujeres que disienten porque un pais en guerra eterna no puede permitir una quinta columna y sobre todo, es la banderita que agitaremos en cuanta tribuna pública nos permitan para que los progres de todo el mundo nos compadezcan y nos defiendan, aunque sea tibiamente. La utilidad política del bloqueo resultaba entonces tan conveniente que es vox populi la frialdad del mismo Coma-andante ante las ventoleras de raciocinio que de vez en vez afectaban a los presidentes gringos, y les daba por tantear la posibilidad de eliminarlo para establecer relaciones serias. ¡Con lo eficaz que resulta como arma arrojadiza y la carga de chantaje sentimental que posee, cómo voy a permitir que me quiten ese juguete de las manos!

Con la desaparición del comunismo y el inesperado cierre del manatial prodigioso de recursos para derrochar alegremente llegó el "período especial", eufemismo utilizado para referirse a la profunda crisis estructural de un sistema intrínsecamente perverso. (En un lúcido libro sobre Cuba de Vázquez Montalván se analiza someramente la capacidad desdramatizadora del lenguaje en su aplicación por la nomenclatura cubana: las putas son "jineteras", los pobres "grupos vulnerables" y los pequeños empresarios, tolerados a regañadientes, "trabajadores por cuenta propia" hasta llegar, digo yo, a la aberración de denominar a un pobre borrachín de barrio apodado Pánfilo como "delincuente potencial" para meterlo en la cárcel y, ante la indignación mundial, cambiar su status a "alcohólico perturbado" y,respectivamente, la cárcel por un manicomio.)

Es entonces cuando el bloqueo demostró su valía.Ya no se trataba de escaramuzas de la guerra fría para alimentar el imaginario utópico de los No Alineados ni de justificaciones apresuradas de la incapacidad congénita de los dirigentes de cualquier nivel de la nomenclatura, sino de basar ideológicamente la absurda resistencia y el numantino empecinamiento que tanto dolor y daño ha traído.El BLOQUEO se convirtió una vez mas en otra de las armas del régimen,en este caso de propaganda. Las otras, las de verdad, serían utilizadas contra el pueblo en el maleconazo del 94, y continuarían presentes en la vida cotidiana cual espada de Damocles. Ya es famosa la consigna resumen del primer levantamiento popular contra la revolución cuando el hoy presidente cubano,Raúl Castro, llegó a la brillante conclusión de que había  que "engordar los puercos y engrasar los cañones".

Lo de los cañones se hizo de inmediato, lo de los puercos tendría que esperar hasta hoy o hasta mañana o hasta que Dios quiera y el cuerpo aguante; y adivinen por qué....por el BLOQUEO! ¡Acabáramos! Poco importó que, contra toda lógica del discurso, USA se convirtiera en el principal proveedor de alimentos de Cuba de los últimos diez años, que los que alguna vez trabajamos en comercios y mercados cubanos nos pasáramos las noches haciendo "trabajo voluntario" para borrar la odiosa banderita de las barrras y las estrellas de los pollos que el maldito Bush casi nos regalaba   para que el pueblo pudiera comer, y los jerarcas del régimen decidían venderlos en las shoppins, por supuesto en divisas. El bloqueo seguía y sigue ahí, como el dinosaurio de Monterroso.

Con estos antecedentes me pregunto y les pregunto:

¿A quién sirve realmente el bloqueo? En palabras del entrañable sicólogo: "Saque Usted sus propias conclusiones"

1 comentario:

  1. Hola Lázaro,

    muy completo tu análisis. Parece mentira, uno siente placer releyendo la desgracia, será por tu forma de narrar o porque esa es la Historia que uno vivió. De todas maneras queda muy claro que todo es una gran mentira o la mentira de turno, a qué se le echará el muerto cuando se elimine lo que queda del Bloqueo, seguramente acusarán al Blogeo, por estar difamando y tergiversándo la realidad.
    Te preguntabas sobre la utilidad del Bloqueo para ambas partes, como tu explicas, para el Gobierno cubano ha sido un negocio redondo. Para el Gobierno norteamericano ha sido un mal negocio, primero, todos los que se hacen llamar progresistas ( y no lo son, si lo fueran estarían en contra de la esclavitud en Cuba ) están en contra de los USA, muchos norteamericanos también critican a su gobierno por esto y ese gobierno sólo ha evitado que las empresas norteamericanas den créditos que jamás podrán cobrar.
    En resumen, yo soy partidario de eliminar lo que queda del Bloqueo, hay que romper el aislamiento. Nadie teme más a la eliminación de los restos del Bloqueo que el Gobierno cubano.

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